sábado, 8 de febrero de 2014

La loca del tapado negro

En las casas de techos altos el frío se instala con la fuerza de la grasa a los azulejos que bordean la cocina. No sale. Aunque te abrigues. Aunque frotes.
Es por eso que cuando baja las escaleras hacia la calle y camina por los pasillos también altos y fríos del edificio, se alegra de haberse puesto esas botas de pielcita que se compró en un viaje, y la camiseta de manga larga, y el pulóver negro y el polerón gris que dice “Rock play it for me” bajo un tapado negro de invierno. Lamenta, casi siempre, haberse olvidado los guantes. Y no le importa en lo más mínimo que el jean que se puso le quede grande y la ropa esté un poco vieja. Después de todo, es invierno y la gente no anda fijándose cómo se viste. Hay prioridades y la prioridad en invierno es abrigarse.
Pero afuera la cosa es diferente.
Afuera está el sol. Y el sol calienta. A las cuatro de la tarde, y después de una caminata intensa, el frío de la casa de los techos altos se evapora, se deshace, se va.
Entonces piensa nuevamente algo recurrente: tendría que haberse vestido mejor, aunque sólo esté yendo a hacer este trámite estúpido. Al menos así se podría haber sacado el tapado. Pero ahora no. Ahora se lo tiene que dejar puesto así le tapa la ropa gastada, la esconde, aunque muera de calor.
Trata de ir más despacio para no generar más temperatura pero al hacerlo se da cuenta de que a ese ritmo llegará tarde. Si va por la sombra seguramente todo mejore ¾piensa¾ pero se equivoca. Se mira en la vidriera del Banco Patagonia, el reflejo perfecto de su figura abrigada: definitivamente tendría que haber dedicado un minuto a escuchar la temperatura y tres minutos a cambiarse. Incluso podría haberle dedicado un minuto a peinarse y sólo habría salido cinco minutos tarde, pero confiada, decidida, coherente. No pareciendo la loca del tapado negro.

Después de todo le faltan unas cinco cuadras y llega. Se trata de un trámite sencillo: buscar unos estudios y volver a la casa de pasillos fríos. Con cuánta gente podría cruzarse. Qué posibilidades hay de que justo un día como hoy se encuentre con alguien que quiera hablarle.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario